Ansiedad. Intentaré con
mis uñas disparejas, con mis pelos del día mal afeitados, con los promontorios
de mi cara. Tomaré el cigarrillo, la copa, el artefacto prohibido. Mi acidez
contará los minutos, mientras el temblor de mi mano me hará caminar de lado a
lado como un péndulo con mala cara. Miraré el reloj y maldeciré de nuevo, sin
saber cuánto tiempo debo esperar. Pasarán las horas, los días, los años, y me
iré acostumbrando a que no llegas; y aunque algún día lo logre comprender,
todos estos síntomas igual me llevarán a la inexistencia extrañando tu manos
tomando las mías.
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