Nos
quedamos en las peleas. Los siglos siguen su lento caminar y seguimos en la
confrontación, en lo mío, en tú no. Sin embargo,
nos vanagloriamos de los avances, inventos y tecnologías que vienen a parar en
marcas, en modas, en comerciales televisivos. La muerte y la desesperación
humanas tienen su espacio, pero rápidamente sigue la diversión y la
vagabundería entretenida. La miseria de cualquier tipo no tiene rating, es un
fastidio. Y el tiempo pasa y dicen que sólo hemos usado la décima parte del cerebro -quién sabe si por nuestra supervivencia
inconsciente-. Nos conformamos con tan poco que una vez comidos, vestidos y
paseados, nos dedicamos a perder el tiempo. Pero es poco y miserable lo que nos
rodea. Es desconsiderado e insostenible y jugamos numeritos de rifa para saber
lo más tarde. Es una fracción lo que podemos ver, lo que podemos sentir con
honestidad. Vivimos en una fracción de lo que podemos lograr, de lo que podemos
descubrir para no ser tan suicidas, tan imbéciles.
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