Reflexiones de un masoquista

Quisiera que al sentirme mal por dentro, un dolor en alguna parte o todo mi cuerpo también doliera. De ser posible, al mismo tiempo, quisiera conjugar una tristeza con un dolor de cabeza, una frustración con un tobillo hinchado. Deseo, si se me es concedido, que las lágrimas rueden por todo mi cuerpo como gotas de sudor. Quisiera tener algo de martirio total en mí, para aprovechar de una vez cualquier tipo de dolor para invocar al próximo, y que juntos, ayuden a aplastar lo que quede funcionando bien para el momento. No hay nada que sea más expresivo que un dolor sin escapatoria, un ardor, un corrientazo fulminante, seguido de un abandono sentido. Nada podría compararse con una mala noticia que te haga tropezar y caer aparatosamente. Debe haber algo de placer oculto en conjugar los males que te puedan rodear simultáneamente, sin posibilidad de moverte, sin la más mínima intención de sonreír.