Sufrir el guayabo
enfrente del Pico Bolívar. Tener una duda terrible mientras se mordisquea una
reina pepiada. Preguntarse por el futuro incierto, mientras se camina a un lado
de la carretera por los llanos. Decidir una u otra cosa grave, familiar, mientras
se sostiene un guarapo de papelón, a la sombra de una palmera. Ese dilema
existencia a punto de develar su meollo, con los pies dentro del las aguas de
Bahía de Cata. Recordar a nuestro ser querido ya ausente, comiendo un quesito
frito, bajo un crepúsculo en Barquisimeto. Echar para afuera una lágrima de
pérdida, sentado en una piedra de Galipán, sobre las nubes… provoca
sufrir así.
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