No sé en qué tiempo, como dice la
canción, lo normal se volvió extraordinario y el mierdero reina por doquier.
Ahora veo que me he metido en una vorágine tan terrible, en la que si hago un
pequeño esfuerzo se ve como algo trascendental, para recordar, y si me
descuido, se convierte en tradición. ¿Cuándo fue, carajo, que no se podía
esperar lo mejor y tuviésemos que bajar la cabeza ante la mediocridad? Ni idea,
chamo… ni idea. Mientras uno camina, siente el peso del vecino, del
desconocido, y quién sabe de qué ser querido más. El sentido común se
convirtió, no en el menos común de los sentidos, sino en una vaina tan rara; y
no por rara, querida. Por rara, detestable y vete para allá con tu vaina. Todo
a la mitad o menos, y quien lo tiene casi listo lo dice con la infelicidad que
el caso requiere. Todo se hace porque siempre se ha hecho así, y el tonto es
tonto, el que escribe la ley, y el avispao es el rey. La verdad es que el tema
es como para dos páginas de resumen, pero la verdad, coño, me da flojera seguir
¡Suerte!
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