Siento ganas de llorar, pero el agotamiento, la
agitación, no me dejan. No sé qué era lo que venía por mí, pero tengo la
certeza de que no habría otra oportunidad. Mis manos tiemblan, y cuando me
cubro la cara, mis nervios atrapados en mis sollozos no me dejan caer sentado
en el piso mojado a saber que estoy vivo. Tengo miedo de lo que pudo ser. Tengo
la sensación de que vivo momentos otorgados por un prestamista usurero. Abro
mis ojos después de un rato en el que sólo pude escuchar mi respiración entrecortada,
mi temor, mis fantasmas. No puedo negar que todo lo que ocurrió fue creado por
mí, por mis poses, por mis límites. Estoy enfrente de un monstruo incontrolable
del cual soy génesis. Todo se ha convertido en una imagen de terror amarrada a
mí sin remedio, sin descanso, sin inquisición posible. Soy una bestia de muchas
cabezas, siendo sólo una la que destruye al resto, al entorno, a lo objetable y
a lo disfrutable, a lo que existe y a lo que no. Soy un ciego con muchos ojos,
un alfarero sin manos, un fracaso tras otro.
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