Tardaste en salir, arco
iris. Tardaste en salir de detrás del cerro ya empapado de la lluvia, del
maltrato, del azote de estos días. Tardaste tanto que hasta maravillas, que
hasta sobrevalúo tu natural apariencia. Qué ingrato eres, arco iris, que vienes
con tu sonrisa compasiva y tu vestido de franjas pasteles a mirar los escombros
de lo que vivo, y que dejaste la última vez que te trajo la llovizna. No es
justo, mi pana, no lo es, que ahora nos trates de inyectar con tu indiscutible
dulzura, con tus invitaciones a reflexionar de la tormenta, de la calma, de un
mañana mejor. Vete pal carajo, arco iris.
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