Ya no habrán viajes al antiguo hogar
ni destierro inmoral en tierras inhóspitas. Ya no habrán abusos a
la luz del día con la excusa de la tentación, de la presunta
minusvalía. No te será negado abiertamente el derecho a nacer,
crecer y desenvolverte por parte de los dioses de turno. Tal vez (tal
vez) la autoridad pública ya no se arriesgue a aparecer en pantalla
linchándote, para beneplácito del circo que sobrevive. Quizás, y
muy distinto a hace pocas centurias, no ocurran o no parezcan ocurrir
muchos de los desmanes que el progreso pasado se permitía a pleno
sol, ni cruces ardiendo en la noche, en el jardín de tu casa. Ya no.
Ahora, todo se habrá refinado. Con tanto estudio, tanta ciencia y
tecnología, nada puede ser igual que antes... al menos no mucho.
Ahora habrá confort ajeno con mucho menos. Ahora, simplemente no
entrarás a mi casa, a mi familia. Ahora, aún en los trópicos, no
serás parte de mi círculo de amistades. En estos tiempos, y si no
te enteras fácil, mejor no entras en la institución, en la
corporación o en mi proyecto brillante de vida. Ya te tenemos
algunos epítetos, sarcasmos e indiferencias tan elegantes y
consideradas, como para continuar con esta enfermedad del espíritu*,
para lograr el nuevo, el flamantísimo racismo light.
*Rubén Blades, en la versión en vivo
de “Muévete”.
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