Ya traté y no pude. Ya
quedé exhausto y creo que no lo haré más. No practicaré la moralidad y las
buenas costumbres al pié de la letra, al cien por ciento: Eso no me fue
posible. Y ya que te cuento esto tan delicado, y que ahora decidí ser un poco
relajado en ese respecto, déjame escoger las inmoralidades que quiera acoger en
mi cotidianidad u ocasionalmente. Permíteme desarrollar mis cinismos y
desgraciados nuevos hábitos a mi manera. He podido notar en tus ojos, mientras
te converso, que ves una oportunidad para aprovechar inmediatamente, y te digo
que no será de ese modo. Mi corazón será quien dictamine qué reglas infringir y
cuáles no. Será mi propio criterio, medianamente torcido y hasta ahora
forzadamente enderezado, el que abra las puertas que, seguramente, lamentaré
haber abierto en el futuro. Pero déjame tranquilo. Déjame involucionar a mi
ritmo, sin fórceps, sin atosigamientos. Te lo agradeceré, al menos, por ahora.
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