La lógica de la
ignorancia. Esa lógica que dice que mientras menos analices, mejor es; que
mientras menos sepas, mejor es; mientras menos alternativas tengas, mejor es.
Esa lógica que dice que mientras menos pedazos tenga tu vida, la felicidad será
plena o no será, en absoluto. Esa lógica que, dicho lo dicho, podría llegar uno
a ser plenamente feliz si esa única tecla de las circunstancias es presionada.
¿Una lotería? Puede ser. ¿Dificilísimo? Seguramente. Pero hay de esos en las
calles, escondidos entre las columnas, entre las ramas, que en medio del no
saber, disfrutan de algo cuyo nombre ignoran. Tal vez recostados en el
más sencillo de los bancos de la plaza, cualquier insecto, ventarrón o salida
de sol les arranca una sonrisa... Y la sonrisa, por supuesto, es el ladrillo con
el que se construye el parapeto ese, que nosotros, los que sabemos mucho,
llamamos felicidad.
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