Ya
no converso, ahora me valgo de la nueva tecnología para escribir mensajitos.
Ahora… ahora me limito a mi aparatito de moda que cabe en la mano. Ya no grito: ahora
uso las mayúsculas; ahora no bajo la voz, si no que uso los puntos suspensivos.
Y a medida que esto me engulle, el vicio se apodera de mi expresión y me la
secuestra ya debilitada, funcionando como mediocre traductor de mis
sensaciones, como pobre lacayo de mis designios cada vez más flacos. Me encierran
ahora los emoticones, pequeños monstruos estereotipadores. Un guiño, una
expresión de desconcierto ya están catalogados por los perversos duendes que se
instauraron y usurparon mis caras de temor, mis sacadas de lengua, mis miradas
de desconcierto. ¡Pero ya no más! Ya dejaré de… a ver… ¡mira, tengo un
mensajito nuevo! ¿Me disculpan un rato?
No hay comentarios:
Publicar un comentario