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lunes, 3 de octubre de 2011

Mi querido cometa


Con toda la pinta de desatinado, con esa mirada de loco que no la brinca un venao, saliste corriendo y te perdimos de vista. Agarraste algunos objetos útiles de lo trabajado y los metiste, muerto de la risa, en una bolsa negra. Miraste algunos regalos recibidos de hace años y lanzando algunos a los lados, te quedaste con dos o tres que viste con cierta nostalgia. Por último, pasaste corriendo y te robaste algunas cosas por pagar y entre sus brazos las llevaste y comenzaste la carrera. Boquiabiertos, nos miramos y no nos quedó más que desearte suerte a gritos para sentarnos a beber un café en forma de interrogación. Tiempo después supimos de ti. Tiempo luego tuvimos noticias muy buenas que nos alegraron, pero no nos tranquilizaban: éramos tu familia. Nunca más supimos de ti, pero llegaban buenas historias de avances, de alegrías, de cosas que ni se podían repetir. Hace mucho tiempo no te vemos, pero sentimos que estás a punto de llegar…

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