Toca el instrumento, y
si puedes, sonríe. Ejecuta tu arte, pero si nos haces el favor, siéntelo. Cierra
los ojos para traerte de los pelos la alegre inspiración que te balancee de un
lado a otro. Frunce el ceño de vez en cuando para saber que la melodía te trae
recuerdos del pasado. Abre los ojos y fíjalos en quien te acompaña, dedicándole
esta pieza que luego podrían bailar. Riega tu placer entre la audiencia
expectante. Hazle saber que no es un día más, que no es un deber, que no se
trata de conseguir el sustento. Demuéstrales, sin saber, que la sal de tu vida
se encuentra entre tus manos ahora. No escatimes la carcajada que causa tu
deleite. Deja ver el trozo de libertad que se esconde entre esos compases que
dejas volar, esta vez, por compromiso.
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