No
estás aquí y trato de llenar mis espacios. Te fuiste y coloco pedazos de
materiales en los retazos de mi vida que creo controlar. Canto, dibujo y
escribo, pero todo me sale tan mal que vuelvo al mismo terrible punto de
partida. Estás lejos y lo que puedo hacer es saberlo. Pareciera que los objetos
que me rodean son forman la audiencia de esta gran payasada que protagonizo, en
la que trato de hacer que uno sea dos con sólo cambiar la posición, con mirar
para varios sitios, con apretar los dientes, esperando que de alguna de las
rendijas de este cuarto cerrado salga algo parecido a ti: tu voz, tu aliento,
tu aroma. He escuchado voces de alerta, de terror, pero como un niño empeñado
seguiré buscando pedazos de cosas que armen tu figura, que rellenen tu lugar en
mi cama. Seguiré enrollándome en una cuerda hasta quedar asfixiado, simulando
que me abrazas, feliz de regresar.
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