Al fin lo logré. Al fin lo hice. Al fin
pude terminarlo. Con un poco de ayuda, pero lo hice. Después de pensar que no
podría, que no lo haría, salió bien la cosa. Las lágrimas son testigo de
algunos de los intentos donde pensé que sería imposible, pero ya no más.
Aprendí muchísimo, y viendo todo en retrospectiva, creo que se construyó más
con el camino, con el transcurso de la construcción, que con lo que logré. El
resultado de mi logro demuestra que no era imposible, y que cada vez que
quiera, podré. Nadie dijo que será automático, pero coño, es posible y sé que
uno de quienes puede hacerlo soy yo. Siento una brisa en la cara, un sonido de
“broche de oro” en el aire. Siento un espaldarazo de la vida, en la misma
intensidad que los gritos de ánimo a lo largo del camino. Siento que aparte de
ganar, he perdido cosas en el camino; y a veces siento que no las perdí, sino
que se transformaron en algo más parecido a lo que soy, a lo que necesito. La
conciencia de lo que obtuve me brinda la posibilidad de ayudar a otros que
tengan a las lágrimas como testigo en este momento.
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