Tú
no eres libre; sólo crees que lo eres y eso es suficiente para ti. Dejas de
caminar por algunos sitios, voluntariamente, sin saber que si quisieses no
pudieras. Siempre haces el mismo recorrido, miras las mismas cosas por decisión
propia, soberana, ignorando que si decidieses más allá irías directo a la
frustración. Eres omnipotente sólo hasta donde alcanza la mirada, no más allá.
Sonríes por poseer todo cuanto quieres, pero sin saber que no puedes querer
más, porque no hay para ti. No hay dificultades en tu expresión, en tus
criterios, en tus argumentos, porque la miopía de tus alcances te lo facilita. Tú
no eres libre, porque no tienes lo que no necesitas. Tú no eres libre, porque
no deseas lo superfluo.
Oye, encantado de conocerte… ¿tendrás espacio para mí?
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