No me la pongas así de
fácil. No me des todo, no hagas todo porque me acostumbraré. No corras cada vez
que levante la mano o arrugue la cara, porque tal vez no te esté llamando y me
fastidies. No te preocupes tanto, que no tengo discapacidades; deja que me
ejercite y sepa dónde está todo. Hazme saber que poniendo el banquito a un
lado, alcanzo mejor las cosas. No me fastidies con eso de la comida; cuando
tenga hambre seguro lo vas a saber. Quédate con la silla, que estás cansada y
la necesitas más que yo. Dime cómo hacer las cosas; señálame el sitio sólo la
primera vez y deja que yo lo intente –si te da tranquilidad, mírame desde lejos, porsia–.
Aunque no lo creas, soy muy inteligente y he visto cómo hacer unas cosas que
haces un poco mejor, pero cuando comienzas con tus auxilios no solicitados me
molesto y me dejo atender con cara de fastidio. A veces te veo extenuada y no
entiendo por qué te empeñas en hacer todo, pero bueno, por mi tamaño no creo
poder hacer nada en ese respecto. Espero que hayas entendido. Yo también te
quiero, yo también te necesito. Pero por favor, no me jodas que yo también puedo
ser tan capaz como tú… si me lo permites, claro.
Interesante jajajaja
ResponderEliminarbien...
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