Siento,
pero no muestro. Quiero, pero no digo. Necesito, y aunque no lo sepas, lo tomo
de ti, como un parásito, como un murciélago. Vivo de las ofrendas que los demás
me dejan, después de practicar algún ilusionismo, alguna retórica brillante;
después de fabricarle algunos sueños prestados, sin fecha de devolución… aunque
la tengan. Soy un imán cuyo magnetismo hace que basten las cosas, aunque no se
agache para recogerlas, aunque no las merezca. Soy la atracción de muchos, el
alimento de otros, la esperanza de aquellos. Soy alguien que se hincha con la
sangre del resto, que sonríe con el llanto del resto, que vive con el martirio
del resto. Si no me conoces, lo harás cuando pase a tu lado y quedes prendado
en esa última mirada en libertad; cuando me mires, lo harás por tu propia
decisión. No habrá excusas; si tu corazón me recibe, no importa lo que diga tu
razón: serás mío.
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