Vienes en mis sueños, me
pellizcas y te vas de nuevo. De pronto despierto, como si hubiese sido real. Me
levanto, corro hacia la ventana y no te veo escapando. Después de hurgar por
cada árbol del jardín, detrás de la cerca, escondida en la oscuridad de esta
madrugada, y nada. No te veo. No eres de verdad, como siempre, como nunca. Eres
un fantasma que juega conmigo. Eres algo etéreo que se va sin haber venido.
Eres fugaz en medio de tu ausencia. Eres la ficción más verdadera que te
tenido. Eres belleza que mis ojos no han visto. Eres suavidad que mis manos no
han tocado, y, aún así, se me antoja que existes. Dejaré flores en la puerta.
Dejaré comida en la mesa. Dejaré mis brazos abiertos. Tal vez, en algún momento
en el futuro siempre incierto, aparezcas y hagas uso de mis ofrendas
desquiciadas, de mis favores incondicionales. Tal vez, algún día aparezcas de
frente y me tomes, y entre el miedo y la pregunta, callado, deje mi cuerpo sin
vida de este lado de la cortina.
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