Silencio
elocuente, mudez parlanchina que convence de una u otra cosa, dependiendo del
escondite que escojamos. Voluntad es un decir. Decisión es un decir. La ceguera
voluntaria toma formas insospechadas, formas letradas y convincentes, si así se
quisiese. Pero no importa, no importa. El disfraz deja ver siempre el verdadero
relieve del que se esconde, que quien pretende ejecutar magistral ilusión
óptica, semejante y embustera prestidigitación. Alivio a veces; sorpresa que
corroe y siembra odio otras veces. Yo sabía que sabías, pero tú no. Sin embargo
callé y me hice cómplice de tu máscara, que se convirtió también en mía. Así,
pues, estamos en este circo privado, tú y yo; en esta pantomima reducida a
nuestro espacio. Así, pues, somos tú y yo; somos lo que creemos tú de ti y yo
de mí; somos, además, lo que yo creo de ti y lo que crees de mí. Bizarra y
espantosa multitud en sólo dos corazones envenenados de comodidad, heridos de
puñales cuya punta no entra en la carne y hace sangrar… pero sólo eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario