La genialidad que no
surgió. La genialidad que si existió, pero aún así no fue invitada a la fiesta.
Esa genialidad con todo el morral lleno de brillanteces para recitar y nada de
oportunidad de mostrarla. Y ahí está. Y ahí sigue y seguramente allí morirá. Y
como esa, varias, muchas, demasiadas genialidades, logros potenciales,
soluciones que murieron por no ser regadas, atendidas, habladas como a las
maticas. Multitudes de silencios flamantes, maquinantes, de finos malabares
espirituales y físicos que fueron amordazados por algo infinitamente más
poderoso: la indiferencia.
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