Saber, querer, poder,
decidir. Hay tantas capas por encima de lo que quiero llegar a hacer. La
ignorancia se convierte en el primer enemigo, sin saberlo, claro, dejando todo
a lo de siempre, a lo que venga. Saber, querer, poder. Cuando se aparece el
primer fantasma, increíble, por cierto, me niego a darle la credibilidad que
merece, total, yo no me encuentro con eso nunca; ha de ser una equivocación.
Saber, querer, poder. El próximo paso en este circo parece ser entender que la
aparición es real, que a pesar de llevarla por dentro, simplemente no quería
acercarme a ella. Saber. Aunque se abrió una puerta y puedo ver lo que hay, lo
que he de combatir, pues no me da la gana, pues tengo miedo y nadie me saca de
aquí. Después de varios carajazos, de mucho pensamiento enrevesado, creo que ya
no hay más hacia adónde caminar. Querer. No quiero, pero lo prefiero. No
quiero, pero es mi decisión. Querer. Luego de cerrar los ojos y dar dos pasos a
lo que considero el frente, donde está mi fantasma ya favorito, lo miro y
converso con cierta convicción de triunfo. Poder. No sé si ganaré. No sé, si
ganase, que lo sabría. Lo que parezco saber es que tomé una decisión y para
allá voy. Decidir.
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