Es una mirada perdida,
que de alguna manera aterriza en algo que vale la pena. Es el llanto triste en
apariencia, en celebración inadvertida de algo superior que había pasado por
debajo de la mesa… al menos por ahora. Es la fidelidad a algo incomprensible
que sólo manda en nuestros corazones. Es una fuerza a favor que sonríe desde la
sombra ligera, detrás de los arbustos cercanos. Es la verdad que duele, pero
que alivia el dolor hasta hacerlo retroceder. Es el hilo que se estira, que
promete romperse, pero que al final sólo se queda estirado y el susto pasa de nuevo,
iluminando un nuevo logro. Es el disfrute, el orgullo final de estar realmente
vivos.
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