Despedida adecuada de
una empresa. Se sentó enfrente de mí, y con cara de lamento, me dijo: “Ignacio,
la verdad es que la cagamos; y la cagamos tanto, que ahora has metido tu
renuncia irrevocable, según nos cuentas. No supimos valorar tus esfuerzos, e incluso
ese compromiso gratis que adoptaste para con la Empresa. Nos dijiste, nos
llamaste a capítulo, nos hiciste las observaciones pertinentes, pero nosotros,
como dijiste en algún momento, no te paramos bolas por estar en otras. Ahora no
sé qué “otras” eran esas, porque no sobrevivieron hasta hoy, echando por tierra
las esperanzas que tenías de hacer carrera con nosotros. No te supimos evaluar,
no te preguntamos de tus expectativas, haciendo imposible que pudieses
expresarlas con plena libertad. Lamentamos mucho que te vayas. Seguramente
alguien más por allá afuera valorará más tus capacidades y buenas actitudes,
esas que aquí no pudieron conquistarnos por nuestra obstrucción, nuestra falta
de madurez profesional. Aquí estarán siempre las puertas abiertas, aunque
francamente, creo que tardaremos tanto en asumir la responsabilidad de esta
pérdida, que se nos hará más fácil aprovecharnos de uno de tras de otro de los
empleados que consigamos y destiñamos aquí”. Después de un abrazo, agradeciendo
la escandalosa sinceridad, me retiré… más asustado que cuando metí la renuncia.
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