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martes, 14 de febrero de 2012

Consideradamente botao


Despedida adecuada de una empresa. Se sentó enfrente de mí, y con cara de lamento, me dijo: “Ignacio, la verdad es que la cagamos; y la cagamos tanto, que ahora has metido tu renuncia irrevocable, según nos cuentas. No supimos valorar tus esfuerzos, e incluso ese compromiso gratis que adoptaste para con la Empresa. Nos dijiste, nos llamaste a capítulo, nos hiciste las observaciones pertinentes, pero nosotros, como dijiste en algún momento, no te paramos bolas por estar en otras. Ahora no sé qué “otras” eran esas, porque no sobrevivieron hasta hoy, echando por tierra las esperanzas que tenías de hacer carrera con nosotros. No te supimos evaluar, no te preguntamos de tus expectativas, haciendo imposible que pudieses expresarlas con plena libertad. Lamentamos mucho que te vayas. Seguramente alguien más por allá afuera valorará más tus capacidades y buenas actitudes, esas que aquí no pudieron conquistarnos por nuestra obstrucción, nuestra falta de madurez profesional. Aquí estarán siempre las puertas abiertas, aunque francamente, creo que tardaremos tanto en asumir la responsabilidad de esta pérdida, que se nos hará más fácil aprovecharnos de uno de tras de otro de los empleados que consigamos y destiñamos aquí”. Después de un abrazo, agradeciendo la escandalosa sinceridad, me retiré… más asustado que cuando metí la renuncia.

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