Intenta dejar el caos afuera, aunque
por lo general estés tú también afuera, entre el bullicio, entre
el semáforo y la factura. Trata de ir cerrando, poquito a poco, la
puerta de entrada al sabotaje de la multitud confundida. Pasa la
tranca a la rendija eficiente por donde se dejan colar las
distracciones, las cuentas de vidrio, los fraudes silentes. Aunque
recibas el empujón, el grito, la burla, no te dejes llevar y da un
paso atrás como avance. Aprende a estar sólo para lo que se te
necesita, para lo que requieres sinceramente. Invisibilízate a
voluntad, desintégrate para dejar pasar el proyectil sólo
caza-bobos que desgasta sin posibilidad de ganar. Llega sólo donde
seas bien recibido o donde puedas construir algo, pero no luches
tanto por eso, porque es peor el panorama retrospectivo cuando se
observa desde el suelo. Si, mi pana, deslástrate, no para correr más
rápido, sino para caminar más cómodo.
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