Te di un manual y te
guié, pero no lo logré. Te di orientación cada día, pero no pude obtener el
resultado que quise, que seguro necesitabas. Te di ejemplos, proyecciones, argumentos,
pero no llegaste a mirar para el cielo, como maquinando... sólo mirabas al piso,
y de vez en cuando -muy fugazmente- a mis ojos, por educación. Te di todo lo que yo no tuve, y no lo notaste.
A veces me parecía que esa parálisis era hija de la ingratitud que no me
explico cómo llegó a tu vida. Un buen día pude ver que tuviste un poco de
ganas, y me fijé; por añadidura aparecieron más ganas, y no importó todo el acartonamiento de mis
palabras inútiles y empecinadas del pasado… saliste y triunfaste cuando te dio la gana. ¡Salud!
No hay comentarios:
Publicar un comentario