No leas mis cartas. No lo hagas. No
leas lo que escribo cuando estoy solo porque descubrirás muchas
cosas que no te gustarán. No las leas porque creerás saber que
estoy perdido, que no puedes comprenderme de ningún modo a partir de
ahora. Si las lees, verás mi verdadera dimensión, mi punto de
vista, mis percepciones más fundamentales, pero desde tu perspectiva
miope. Si les echas un ojo, como parece que lo harás, me desecharás
de una vez, sin tener tiempo para examinar lo que he querido decirte
desde siempre, y que descartas sin mucha atención. Si lees mis
cartas sabrás que no soy tuyo, que no te pertenezco. Encontrarás
allí que me debo mi importancia y que la ejerzo, lejos de ser un
esclavo de mis pasiones, de las trampas del camino. Si te atreves a
semejante ligereza, la única manera de que me recuperes será luego
de un cambio propio, que tal vez te aleje de mí de todas maneras.
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