Poesía y humo. Cielo azul y facturas por pagar. Verde y
azul, y también las fallas eléctricas. Solemnidad, ternura, y también la cola
de tres horas por llegar. Suspiros del más purito amor en medio del ruido de
los compradores nerviosos. Una sonrisa espontánea interrumpida por el frenazo
de un carro. En fin, tal vez esto sea un lamento, una queja; tal vez, quién
sabe, si no es un agradecimiento por, al menos, tener un pedazo de vida que
todavía vale la pena.
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