¿Cómo serías, mi hermano,
si no contaras con el don de la palabra para expresarte? ¿Cómo serías, si toda
esa carga de bondad que das no pudiera ser exteriorizada sino por gestos, por
acciones concretas? ¿Cómo sería todo si ninguna extraña palabrería, si truco
alguno fuese tu contacto con el nosotros? ¿Cómo podríamos apreciar todo lo
bueno que nos ofreces sólo viendo lo que haces? ¿Cómo sería ver, al fin, la
manifestación de la bondad exclusivamente por medio de acciones, en lugar de
tanta basura hablada que enrarece el mensaje? ¿Será, mi estimado compañero, que existe el buen ejemplo
sin propaganda para el ego?
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