Una
mirara perdida atraviesa los artefactos, todas las paredes enfrente de mí y
llega a ti. Mi mano cae disimuladamente de mi escritorio y cae, dondequiera que
estés, en tu mano que se enfría lentamente. Mi aliento escapa en una exhalación
y mueve tu pelo que yace en tus hombros desnudos, allá, donde andes ahora. Tu
aroma aparece como un fantasmita diminuto, haciéndome una mueca traviesa. Pero
no estás. Estás en no sé dónde, en no me interesa dónde por hoy… sólo por hoy,
sólo por estos momentos en los que me sirve más tu ausencia, en la que, lo que
recuerdo ti es más poderoso que tu presencia.
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