Eterna nostalgia que
aparenta ser equipaje sin remedio. Heridas inexistentes o curadas que se
prestan a la contemplación y caricia. Dolor de sonrisa que brota de grata
sorpresa y certifica humanidad, vida, latido. Sangre que corre y brinda pellejo
adolorido, sensible, creativo. Huesos que soportan el desfile de sensaciones,
de sentimientos inagotables, como bisagras entre lo que tengo y lo que quiero.
Parece malo, sabe malo, se siente terrible, pero coño, déjamelo en la mesita de
noche, para embriagarme un poquito cada vez que el techo esté de frente.
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