Estoy emocionado. Para
este sábado estoy preparando un reencuentro, y la emoción es porque es con
alguien muy especial: Conmigo. Auguro, tal vez, un encuentro con horas de
conversa y tal vez de discusión amena. Estoy muy interesado en saber qué fue de
mi desde que era más yo, menos pose, menos adorno, menos expectativa inútil. No
recuerdo la edad en que nos separamos, pero desde entonces comencé, poco a
poco, en silencio, a extrañarme, a recordarme, a idealizarme. A partir de ese
quiebre, siento que debo hacer este reencuentro, con algo de comida, tal vez
algo de licor, y así aclarar algunas cosas. Seguramente el recuerdo me engaña,
la bondad de aquellos años sencillos me engañan; pero lo que más temo es que mi
vida actual resulte el mayor de los engaños, y sea ese niño simpático quien me
lo haga entender.
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