Orgasmo, ¿Dónde estás?
Te desapareciste, te fuiste en vez de llegar. Qué vaina, orgasmo, que tus
cosquillas quedaron en el recuerdo, rico recuerdo, que se desvanece lentamente,
ya sin temblores. Estoy compungido. Ya no te siento; no siento que me mires,
que te acerques, ni siquiera que mandes una cartica anunciando tu regreso. Te
digo una vaina, orgasmo: eso no se hace. Recuerdo la punzante expectativa, la
energía que me inundaba, que me encendía; recuerdo la explosión que me
embargaba y el sueñito que me acariciaba unos minutos después. Pero todavía
tengo dignidad, orgasmo. Todavía siento que no tengo por qué rogarte; es más:
no lo haré. Por eso y por más, ex-amigo mío, he acabado contigo.
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