Yo
quiero ser víctima. Me siento mejor así, siendo una víctima. La gente viene y
me acompaña, me habla, me brinda apoyo, se interesa en mí aunque sea por un
rato. Ser culpable sí que es malo. Ser culpable significa críticas, volteadas
de ojos... hasta gritos. Ser culpable es muy feo; hasta tú mismo te criticas.
Dejas de dormir, de comer, de ir al baño y a veces de respirar (cuando te tiras
por la ventana). Yo no quiero ser culpable. Ser culpable significa desprecio, miradas
escrutadoras dondequiera que vas. En cambio, ser víctima da más nota porque siempre el
culpable es otro. Últimamente he sido culpable y es maluco. Por eso, quiero ser
víctima... pero no tengo cómo demostrarlo.
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