¿Qué
tal si antes de morir se nos hace el favor de manifestarnos el amor? ¿Qué tal
si todos los pensamientos represados salen cuando los podamos abrazar? ¿Qué tal
si, en forma pausada, se nos inyecta el afecto que circula en otras venas, en
otros latidos? ¿Por qué es tan difícil? Soñemos un día, cualquier día, que sea
antes de morir para recibir las miradas de quienes nos aman. Reclamemos el
llanto airado durante nuestro final para un momento anterior, oportuno,
existente… Cámbiame sollozos y gritos en una tumba por te quieros y abrazos en
vida… no importa, se acepta que te sientes cerca y me digas algo gracioso. Te
trueco el cortejo final por una cena, por un paseo. Levanta tu mano ahora, para
ayudarme a levantarme, en lugar de levantarla para decirme adiós o para secar
tus lágrimas dedicadas a mí. Agarra las docenas de flores que dejarás
abandonadas sobre mi tumba, y regálame una cada año, desde ahora mismo, cada
vez que te alegres de verme. Dame, en lugar de recuerdos lejanos e idealizados,
una llamada, una palabra, el saber que andas cerca. Dame pues, lo que más
quieras darme ahora, lo más que puedas, en lugar de esperar a que me vaya para
siempre. Yo, te juro, por lo más sagrado, que también haré lo propio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario