No ondeo tus mismas banderas.
No peleo por tu misma causa. No discuto por tus motivos. No me muestro en las
mismas tarimas que tú a exhibir la vehemencia de un mensaje. La fábrica fue
otra; miraba hacia otro punto cardinal, y por esto mismo no crecí con los
mismos frutos, con las mismas semillas para sembrar, con las mismas historias
que contar. Por esto mismo, es difícil creer que el sol sale y se mete por el
mismo sitio por donde tú lo ves. Por eso, de las verdades desperdigadas, nos
tocaron dos distintas; a veces antagónicas, a veces, mágicamente concordes. Puedo
ver en tus ojos que somos más afines de lo que las etiquetas que nos
escogieron, que escogimos, nos ordenan ser. Por eso, te pido que no pisotees
mis puntos, porque yo tengo en buen resguardo los tuyos, a los que examino y
desgrano, tomando las lecciones a las que haya lugar, oportunamente, cuando mis
queridos prejuicios me lo permitan.
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