Al fin te apareciste. Hiciste tanta falta, que creí que no
volverías más. Hasta tu perro no meneó más la cola frente a tu retrato.
Volviste y sin avisar. Volviste diciendo que no te ibas más, que te hicimos
tanta falta que me juras por este joropo de cruces que no te darán más ganas de
irte. Pero no sé, te ves de un raro... Parece que hubieses vivido
con la delgadez y el olvido. Tienes unas canas nuevas, una sonrisa enigmática
que me hace preguntarme “pa qué coño volviste”. Pero bueno, lo bueno es bueno
hasta que deja de serlo y te voy a dar un chancecito a ver qué haces con
él. Mientras tanto, pasa, siéntate y come como parece que te
hace falta, mientras me miras a los ojos... pero antes, dame un abrazo.
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