¿Cómo hubiesen sido
nuestras conversas, mis viejos? ¿Qué hubiésemos conversado si hubieses durado
un tanto más? Bueno, no lo sabremos nunca, pero hubiese apostado por unas muy
buenas. Se fueron y no me dejaron decirles un coñazo de vainas. Tal vez hubiese
sido banal; tal vez hubiese sido más profunda la cosa. El hecho es que me
dejaron el pelero y no pude idear mejor pregunta que generase mejor respuesta.
Sólo pensar que si los tiempos se hubiesen dado, seguramente se hubiesen
enterado de que con el carajito se podía conversar más. Si pude, sin embargo,
según recuerdo, asomar algo de mis últimos cartuchos, según el caso. No siento
que fuesen brazadas de ahogado; siento que fueron geniales momentos de dimes y
diretes brillantes, nuevos, vitales, que luego seguirían sirviendo de algo
importante; guiando excelentes minutos de aprovechamiento. No parece haber nada
en vano. Todo asemeja a un aprovechamiento extremo del tiempo, ese que se
presentó con su pergamino inexorable, dictando tiempos que seguían siendo risibles
para quienes nos sabíamos triunfadores, a pesar de la pizarra final. Pero nada,
como dicen, hay un triunfo eterno en toda la historia, y eso sólo lo sabemos
ustedes y yo, nojoda.
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