Esto
casi pleno de algún tipo de sabor negativo. Permanecí muchas horas, días,
mientras me llenaba de esa extraña sustancia perniciosa. Seguramente me hacía
falta para lidiar con alguna situación normalmente difícil, y ya que todo pasó,
esta sensación parece ser inútil. Pero no pasa. No pasa e inquieta. No pasa y
no deja de recordar para qué sirvió. Busco por todos los flancos y no encuentro
ningún drenaje que pueda usar. Quito las tapas, abro las válvulas y no sale
nada. Por el contrario, parece haberse solidificado y quedado a vivir dentro de
mí. No quisiera pensar que debo acostumbrarme a estar así, impaciente,
expectante, ansioso por nada aparente. El pecho está paralizado en una
inspiración. Las manos tiemblan mientras duermen. Estoy alerta inútilmente.
Espero que sea sólo el estallido de comprensión ante lo que ocurrió, y que está
cobrando sus emolumentos con mis vísceras, con mis ojos paranoicos, con mi
tranquilidad.
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