Buscaré
un mapa y te buscaré en él. Miraré por donde hay más brillos, más colores.
Buscaré por dónde haya más gente sonriendo de verte. Estaré atento, con una
lente, aumentando las huellas que dejaste, a ver adonde te llevó el despecho.
Haré trazos, proyectaré parábolas, te encontraré. Si por casualidad hay agua
entre tú y yo, caminaré muy rápido con mis dedos y saltaré hasta tenerte cerca.
Aplanaré las montañas con mis manos, doblaré el papel y te acercaré obligada.
Jugaré a ser Dios. Cuando vea que te mueves, que te alejas, borraré el camino
recorrido, y quedarás exhausta de intentarlo. Cuando ya esté mirándote por
encima de tu hombro, muy de cerca, te susurraré, te pediré perdón entre
lápices, escuadras y transportadores; insistiré hasta sacar punta de nuevo,
hasta que, cansada de ser querida, mires hacia arriba y pidas ser rescatada.
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