Cuando sonreíste, todo
cambió. Cuando tus labios se abrieron, mi asombro y tu encanto irrumpieron en
la escena. Tu fría belleza de mármol se quebró y dejó ver tus suavidades; esa
brujería de ojos ocultos antes por tu escudo de temor, se mostraban al fin para
dejarme boquiabierto, extasiado, dispuesto a hacerte la vida imposible…
conmigo.
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