Soy un fabricante de endorfinas.
Para eso he venido al mundo. Mi misión es ser una esponja que tome de adentro y
de afuera y escurra alegría, placer. Mi tarea principal es lidiar con lo gris,
con lo opaco, y sacarle brillo para ponerlo a andar con buen impulso. No creo
en malas noticias, sobre todo en las que son todas malas… alguna rodaja de buen
sabor sale y se puede paladear, créanme. No creo en desperdicios, en depósitos
de inutilidad. Creo en la oscuridad como fábrica de buenos y promisorios
momentos. Creo en el cambio y el ajuste, aunque sea forzado; y si es forzado
significa que justo en el último momento, nos salvamos. Creo en el llanto como
puerta a la sonrisa y en el dolor como instrumento de comprensión de lo bueno
por venir.
Así que…
cambia esa cara.
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