Te hice un favor y ahora te voy a
prensar. Esperé tanto por este momento. Al fin cacé lo que
necesitabas con urgencia y te lo ofrecí con la sonrisa del verdugo.
Te tengo como quería, lejos de la antipatía engreída esa que me
dispensabas. Te tengo agradecido, ofreciendo lo que sea por
agradecerme mi gesto generoso, mi desprendimiento, mi ciega bondad
hacia el prójimo. Pero lo que te pienso devolver no se acerca, ni en
chiste, a lo que puedas imaginar. Prepárate a pagar el favorcito.
Así que espera un poco a recibir lo que te tenía preparado, lo que
mi incapacidad para atraer gente tanto resiente.
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