Quiero
una historia contigo. La requiero con urgencia. Necesito saber que queda vida. Quiero
una historia contigo, sin importar incluso, que sea desechable. Quiero que algo
comience de una vez; torcido, no importa, pero quiero sentir las punzadas que da
el dolor de la equivocación, de la necesidad de pedir perdón. Quiero errar y
acertar, quiero darle un latigazo a la pasión dormida, casi moribunda. Quiero practicar
y que practiques tus prejuicios, duros, absurdos, peligrosos. Quiero portazos,
indiferencia fingida, llamadas perdidas. Quiero sentir el tobogán de tu
intimidad, que comience lento y dudoso, y termine en una senda inevitable,
repleta de cosquillas, de te quieros y de promesas no examinadas. Quiero mi
paréntesis, me lo merezco. He derramado mis piezas vitales en el largo camino,
y sin saber si lo merezco, quiero mi vaina. Exijo a la vida mi remesa de
afecto, de ensayos y errores ya refinados. Emito mi solicitud, mi requerimiento
serio y responsable para conmigo. Quiero, si es posible, en caso de falla, una
despedida digna, poética, con clase. Exijo, al final de mis días, poder decir
que viví mucho más allá que de latidos del corazón, de respiraciones, de
mentiras magnificadas, de días tibios para fríos de imbécil supervivencia.
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