Gatillos.
Extrañas situaciones que disparan situaciones. Situaciones que sólo esperaban
apresadas a ser liberadas… y tenemos ahora la excusa: El gatillo. Súbitos,
acomodaticios, convenientes, espléndidos. Una palabra, una expresión, un
movimiento involuntario del cuerpo, hará que pase algo, hasta ahora subyacente,
entre barrotes hechos de nada. Excusas, simples actos de magia para disimular
la cobardía, para coronar la incertidumbre, y llevar a la tumba el equipaje de
infelicidad completo, intacto. Inconformidad que se gira para que, en ángulo
insólito, inconcebible, se convierta en certeza, en tranquilidad. Vana
sensación de rectitud, ya embadurnada de divinidades prohibidas. Terrible
sensación de hacer lo correcto, de cumplir la receta dictada, mientras duele el
resto del cuerpo.
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