Te
traigo este ramo de flores moribundas en señal de mi amor. Las arranqué del
jardín, donde vivían a la luz del sol, al rocío de la mañana. Las pondré aquí,
en este recipiente con agua, para que duren aparentando vida, hasta que no sean
de tanta rareza y las deseches por feas, por marchitas. Las dejaré aquí, para
hinchar mi ego y el tuyo, como suele ocurrir, a costa de algo más que no tiene
culpa. Pero eso no importa ahora; lo que importa es agradarte con flores, mientras
pongo la cagada con mis muy escasos recursos para hacerte el cortejo.
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