Vas
y vienes como un péndulo en la vida de otros. Apareces y desapareces con la
facilidad que da mirar el reloj, el calendario. ¿Falta de ganas? ¿Falta de
tiempo? ¿Falta de algo? Pareciera, pero el reclamo estaría de más. Me has dado
tantos hombros, y te has dejado dar, sin juicios, sin culpas, sin preguntas que
nos estorben. Sólo saber que estás bien me tranquiliza, y a pesar de que
quisiera verte más seguido, no puedo amarrarte a mi horario, a mis necesidades
de ti, a mis más generosos egoísmos. Espero que por allá estén bien, que estén
completos, que estén sonrientes. Por aquí, todo igual de bien, con algunos
momentos en los que quisiera contagiarte un chisme, una historia, una reflexión
sin sentido, como antes, como siempre. No me quejo, eres una ventaja ambulante
y a veces sin verte, sé que andas cerca; los saludos gritan, los grupos se
abren, los abrazos se dan. Lo único que te exijo, en medio de tantos vaivenes,
es que antes de irte para siempre, si lo sabes, me des tiempo de despedirme… yo
lo haré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario