Siento que floto. Me siento en medio de un escape. No
sé de qué corro, pero tengo seguridad de mi fuga por lo culpablemente bien que
me siento. Sólo se escucha el ondear del agua tranquila. Sólo se siente el paso
de la brisa que saluda y sigue. Sólo se puede ver que todo está en armonía.
Seguramente, le hice daño a alguien. Seguramente dejé plantado a alguien…
seguramente. Cada vez que me siento así, es porque fracturé algo que no debía.
Si siento esta culpa, ha de ser porque soy culpable. De cuando en cuando me
consigo en un sitio adecuado, me sorprendo sonriendo, y apostaría lo que fuese
a que hay alguien molesto, agredido, abandonado. No preguntaré, porque temo
fastidiarme con la respuesta. Lo más probable es que no mejore la situación.
Quedaré, preferiblemente, en mi ya usual estado intermitente de bienestar
desconsiderado con los demás.
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