Creo en quien cree, sin
importar qué es. Creo en quien se atreve a entregar una parte de sí a un
pensamiento. Peo de él o ella en qué crea. No puedo aplicar mis argumentos
brillantemente obtenidos en años y echarlos en cara de nadie. Su derecho, mi
derecho, el respetico por delante. Alguna vez me dio risa por lo insólito mientras
me contabas tus preocupaciones. Alguna vez, antes de la crisis, me figuraba lo
loco que estabas mientras sonreías luego de cada reflexión. Pero me daba menos
risa cada vez, y con algo de ojos, oídos y corazón abiertos, me puse serio. Queda
pendiente disculparme, pero no he avanzado tanto.
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