Recuerdo cuando estabas. Recuerdo
irremediablemente, cuando estabas conmigo. Recuerdo que me pintabas sonrisas en
mi cara. Recuerdo las alegrías que me brindabas, a pesar de mucho. Recuerdo y
guardo con mucho amor tus miradas buscando miradas en mí. Recuerdo la
tranquilidad que significaba saber que andabas cerca, detrás de una de esas
paredes, en el jardín, en la sala. Recuerdo cuando nos sentábamos horas a
conversar, a guiñar los ojos, a hacernos cosquillas y a burlarnos de nuestras
payasadas. Recuerdo cuando debías ir de viaje, tus regresos y todo lo contenido
en mi garganta que salía súbitamente al no controlarme, al verte de nuevo, al
saberte mía de nuevo, al ver morir una ausencia que mataba. Recuerdo, incluso,
cuando te fuiste y sólo dejaste estos recuerdos que suelo manosear para
sobrevivir. Recuerdo que en ese momento no recordabas lo mejor de mí. Recuerdo
la puerta cerrándose, y el sonido de tranca que selló mi vida como algo
miserable. Por eso, no quisiera recordarte, pero lo hago inexorablemente,
dejando la humedad de mis dedos en tus retratos, en mi cama, en mi existencia…
¿Y tú? ¿me recuerdas?
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